“No es necesario que el dispositivo artístico sea fácilmente identificable como “arte”, visto que el arte no es más que el efecto producido”.
El arte en estado gaseoso. Ensayo sobre el triunfo de la estética — Yves Michaud
El artefacto se convierte en algo volátil, “el orden del caos“ desaparece bajo una estética vaporosa volátil, los procesos inconclusos, accidentes provocados casi con una equivalencia tatuológica, propia de un pandemonio de objetos que en su mismo desorden encuentran un efecto frente al espectador “regardeur”* haciendo la experiencia estética interactiva.
Las piezas expuestas evocan una obsesión por el detalle, compaginar lo digital con lo análogo, confrontando sus propios discursos, luchando contra la parsimonia de lo tradicional, secuestrando sus conceptos para traducirlos en el lenguaje de la imagen digital.
El trazo del dibujo vectorial, un silogismo defectuoso, es el estandarte de esta serie de retratos, que buscan sensibilizar al espectador, acercándolo a las nuevas formas de representación gráfica, que en su número son bastas. En palabras de la autora: “La intención es causar un impacto reflexivo y emocional con lo que respecta a las nuevas tecnologías y la artificialización de las imágenes por medio de un ordenador, despojando de cierta manera la labor plástica del artista”.
La mayoría de estas obras, de un “nuevo” tipo van dirigidas al mass media, su procedencia es los últimos adelantos de una técnica en progreso constante (la digitalización e informática y su transformación en software) se conectan perfectamente con el inconsciente óptico de las masas, sus retratos se convierten en criaturas de síntesis, son y están abiertas, inacabadas y modificables.
Braulio Domínguez
*De regarder: mirar, pero sin lo despectivo del mirón (N. del T.)